Sólo la mitad de los jóvenes españoles contempla ser empresario frente a casi un 70% de la media europea
El amor al riesgo y la aventura que entraña la condición de empresario no se encuentra entre las prioridades de la juventud española, que prefiere un contrato indefinido por cuenta ajena. La mayoría de los jóvenes españoles -entre los 15 y los 30 años- no quiere depender sólo de si mismo, se inclina por trabajar para otro y está convencida de que una persona se hace empresario cuando no encuentra una ocupación por cuenta ajena, según los resultados del Eurobarómetro realizado al respecto por la Comisión Europea. La encuesta ha sido elaborada sobre un universo de más mil jóvenes españoles y de 25.000 en el conjunto de los 27 países de la Eurozona.
Esta posición contrasta notablemente con las respuestas del resto de los jóvenes europeos, mucho más favorable y dispuesta a montar un negocio o ser empleado por cuenta propia. Mientras en España sólo el 20% de los encuestados desearía ser autónomo, en la Europa de los 27 este porcentaje es del 39%, al tiempo que los que aspiran a ser empleados por cuenta ajena en España suman un 74% de las opiniones frente al 55% de la media del Continente.
La respuesta a la pregunta por el interés que demuestran los encuestados por ser empresario es también decepcionante. La suma de los partidarios de afrontar este reto es de un 51% entre los jóvenes españoles frente al 68% de la Unión Europea, igual que las razones que unos y otros valoran al contemplar las alternativas. Los jóvenes europeos aprecian mucho más que los españoles la independencia que confiere ser tu propio jefe, y la libertad de elegir el tiempo y el lugar de trabajo. Sólo los españoles creen por mayoría que alguien se mete a empresario ante la falta de oportunidades para encontrar un empleo.
Otro de los aspectos que aborda la encuesta son los objetivos que busca un eventual empleado para elegir una empresa. En este caso, los españoles valoran prioritariamente, más que los europeos, los objetivos sociales de la compañía y su compromiso con el medio ambiente, al tiempo que creen que la Unión Europea presta poco apoyo para la gente que quiere empezar su propio negocio, así como a la clase de empresas que tienen entre sus objetivos perseguir el mayor impacto social posible.
Los resultados que ofrece el sondeo contrastan con la situación de precariedad en la que vive la juventud en nuestro país: si busca empleo tiene enormes dificultades para obtenerlo, o incluso lo rechaza por diversos motivos como el nivel salarial o las condiciones laborales, que juzga demasiado exigentes. Según los últimos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) relativos a 2022, las mayores tasas de paro entre los jóvenes correspondieron a España, con un 29,6%; Grecia, con un 28,9%; y Suecia, con un 23,3%. Por el contrario, los menores niveles de desempleo entre los jóvenes se dieron en Japón (4,7%), Israel (5,6%) y Corea del Sur (5,7%).
A pesar de la buena opinión que suscita entre los ciudadanos, un gran tropiezo para que los jóvenes encuentren un empleo son los intensos aumentos del Salario Mínimo Interprofesional decididos por el presidente Sánchez a lo largo de la legislatura -en torno a un 20% desde que llegó a La Moncloa-, que están causando estragos entre estos potenciales trabajadores. De acuerdo con los últimos datos de la Encuesta de Población Activa, el desempleo entre esta capa de ciudadanos creció el año pasado en 15.900 personas – lo que supone un 2,5% más que en 2021- de forma que el total de parados de entre 16 y 24 años se situó en 464.100. Aunque esta cifra es menor que la del cierre de 2019, antes de la pandemia, empujó la tasa de paro juvenil hasta el 29,26 %. Este nivel es ligeramente inferior al de 2021, pero tal efecto se debe al aumento de la población activa registrado durante el ejercicio pasado.
Según distintos expertos consultados por OKDIARIO, además del incremento del SMI, la contrarreforma laboral impulsada por la vicepresidenta Yolanda Díaz está provocando una serie de consecuencias que ya han empezado a ser especialmente dolorosas para el colectivo de jóvenes. La prohibición de realizar contratos temporales y su sustitución por la modalidad legal de los fijos discontinuos va en contra de la inserción de este estrato de población en el mercado laboral ordinario. Adicionalmente, la imposibilidad de que las empresas se descuelguen de los convenios colectivos -tras la resurrección de la llamada ultraactividad- y el reforzamiento del poder negociador de los sindicatos elevan la presión salarial sobre las empresas y redunda en un aumento de los costes del despido, efectos perjudiciales y disuasorios para la contratación de jóvenes.
El economista José Luis Feito, miembro de la Junta Directiva de CEOE, también alerta sobre la aparición de este nuevo fenómeno en el mercado de trabajo: la contratación por menos horas, de manera que cualquier crecimiento del empleo está ensombrecido por este hecho y no refleja fielmente lo que está sucediendo en la economía real. «Unas subidas del salario mínimo como las que se han producido tienen consecuencias directas para los jóvenes, para la gente sin experiencia y para la de escasa cualificación: o bien no te contratan o lo hacen por menos horas», explica Feito.